jueves, 9 de agosto de 2012

Encuentro en la noche

En la encrucijada entre el cine negro y el melodrama se encuentra este film, con unas pinceladas iniciales del género documental; pero poco a poco y a medida que avanzamos en las relaciones pasionales entre los personajes que únicamente buscan salir de la rutina y encontrar la felicidad aunque sea viviendo de espaldas de los convencionalismos, es cuando encontramos los aspectos mas negros de este melodrama: la noche como escenario para dar rienda suelta a las pasiones, el claustrofóbico cuarto donde viven Mae y Jerry, los personajes del padre y el tío como aliciente a cambiar de vida, el cinismo de Earl, la insatisfacción de Mae; y en medio de tanto pesimismo la vitalidad de Peggy como contrapunto. Y un final convencional, pero triste y sin futuro para unos seres que siempre estarán en el dilema entre el deseo y la realidad. No es de extrañar que en su momento se la conoció también con el título "Tempestad de pasiones".

Una mujer regresa a su pueblo natal, una localidad costera y dedicada a la pesca, tras una larga ausencia. Una vez allí, se acaba casando con un hombre que la ha amado desde siempre, aunque a la vez no puede evitar enamorarse de un amigo de éste.

Lang realizó un ejemplar melodrama triangular, que hace que, a través de un guión denso y lleno de fuerza, choquen y estallen los conflictos entre los personajes, frustrados con más o menos claridad, y muy particularmente entre una Stamwyck guapísima, enredada en su propio laberinto, y un Robert Young lleno de energía y falto de asideros vitales. Los diálogos entre ambos son brillantes y afilados.
Ahora bien, para mí, quien está absolutamente genial aquí es Paul Douglas, en ese papel de pescador ajado por el tiempo y la brisa marinera, por los sueños y quimeras, un hombretón con sentimientos, en una interpretación imponente, impecable y memorable.

No es de las más recordadas obras de Lang, pero se trata de otra gran película, de una obra maestra más de un cineasta practicamente infalible.
"Encuentro en la noche" es otra gran obra menor en la carrera del director alemán Fritz Lang. Obra menor porque no alcanza la grandeza (en todos los sentidos) de obras cumbre como "La mujer del cuadro" o "Los sobornados"; gran obra porque es, pese a todo, una película de estupendo calado, con notable trato de la acción y la dramaturgía y con algunas escenas memorables.

La película narra el drama interior de Mae, una mujer poco afortunada en el matrimonio, que regresa a su pueblo natal a pasar una temporada en casa de su hermano Joe y su novia Peggy buscando huir de su terrible pasado. Allí conocerá a Jerry, un amable pescador entrado en años que se enamora de ella, y con el que se casa por despecho. Sin embargo, será el amor hacia otro hombre el que obstaculice la relación matrimonial y devuelva a los personajes a sus instintos más primitivos.
Pese a contar con escenas románticas, "Encuentro en la noche" es una obra de calado claramente pesimista. Los personajes cuentan con connotaciones negativas y la totalidad de las situaciones tratadas que cuenten aspectos positivos se desmoronan por la envidia, el odio y las normas de una época en la que las protagonistas femeninas desearían no haber vivido. La pareja formada por Keith Andes y Marilyn Monroe tiene poca o ninguna trascendecia argumental, pero sirve perfectamente para ilustrarle a Mae su futuro como esposa de Jerry: la mujer pertenece al hombre en el matrimonio, y ella debe respetarle y serle fiel. Preocupa que se hable del maltrato a la mujer como algo obvio en un matrimonio, aunque es precisamente la objetividad con la que trata Lang este elemento lo que le convierte en un arma de doble filo: de actitud tremendamente crítica y disconforme con este anticuado dogma. Se percibe, así, una influencia de sus primeras obras en Alemania (más críticas) en una de sus películas americanas (habitualmente de entretenimiento), algo que en contadas ocasiones había ocurrido en un filme de Lang.

Si bien la cinta podría haberse recortado un poco resumiendo parte de su larguísima introducción de más de media hora, pasado este pequeño bache asistimos a una película estremecedoramente objetiva y con un ritmo creciente en intensidad y suspense. Es entonces cuando el trío protagonista (Barbara Stanwyck, Robert Ryan y Paul Douglas) alcanza sus cotas más altas interpretativas. Estremece la transformación que sufre el personaje de Paul Douglas, antaño un hombre humilde y amable, hacia un monstruo con ojos de psicópata al enterarse de la infidelidad de su mujer. Lástima que en sus minutos finales el filme recupere el rumbo en lo que a moralmente correcto se refiere y eche a perder un fabuloso final.
En resumen, otra excelente película de Fritz Lang, de aspecto más crítico que el resto de sus filmes americanos pero sin abandonar la premisa del entretenimiento, de un guión sólido y unas interpretaciones a la altura de su marca.

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