domingo, 5 de agosto de 2012

Billete a Tomahawk


TÍTULO ORIGINAL A Ticket to Tomahawk
AÑO 1950




DIRECTOR Richard Sale
GUIÓN Mary Loos, Richard Sale
MÚSICA Cyril J. Mockridge
FOTOGRAFÍA Harry Jackson
REPARTO Dan Dailey, Rory Calhoun, Walter Brennan, Anne Baxter, Charles Kemper, Connie Gilchrist, Arthur Hunnicutt, Marilyn Monroe, Will Wright
PRODUCTORA Twentieth Century Fox Film Corporation


SINOPSIS El dueño de una línea de diligencias contrata a un pistolero para sabotear el camino de una locomotora que representa una amenaza para su negocio.


Eva al desnudo

Eva al desnudo nos presenta a una de las cínicas más encantadoras que ha dado el cine. El arranque se da la mano con el desenlace y entre medio Mankiewicz nos regala una magistral lección de cine. Los diálogos son la estrella de la película: inteligentes, cínicos, sarcásticos y puntillosos. El guión ostenta la solidez de las grandes obras y todos y cada uno de los interpretes destaca en su papel. Una Marilyn Monroe que aún no ha triunfado lo hace bien, ya que el personaje que desempeña le iba como anillo al dedo.

Mención especial para el oscarizado con justicia George Sanders: galán, embaucador, vividor y sarcástico crítico teatral. Notable obra que gira en torno a los dimes y diretes de la gran Anne Baxter. Si en la vida te encuentras con una mujer de ese pelo y te dice que te quiere... no lo dudes amigo, la habrás cagado. Muy buena.


 Foto promocional de Marilyn para Eva al desnudo


Hay un fenómeno que se repite una y otra vez en el cine, y supongo que en todos los campos de interpretación, que es que cuando las actrices cumplen los cincuenta de repente desaparecen. No siempre, claro, muchas actrices se mantienen (y digo actrices, porque parece que los actores con esa edad les dan más trabajo que a ellas), pero son las menos. Y no creo que la culpa de esto la tengan los productores o el público, sino el cabrón del tiempo, que no perdona. El estrellato, la fama y la gloria se reducen a un ciclo que se renueva una y otra vez bajo la batuta del tiempo. De esto y mucho más habla "Eva al desnudo".

No es un homenaje al teatro, ni de coña. El mundillo teatral es sólo un mero escenario, va infinitamente más allá. Habla de los sueños que una vez cumplidos ya no son sueños, sino una mera propiedad, aquí en forma de galardón, que no significa nada. Pero que para alguien lo significa todo, alguien que desea exactamente ese galardón. Pero, qué cosas, cuando la persona que posee el galardón se da cuenta de que otra lo quiere, saltan chispas. Y no sólo habla de esto.
Me podría tirar escribiendo horas y horas, y creo que jamás terminaría de contar de todo lo que habla "Eva al desnudo", por eso, lo reduzco en que habla sobre la vida en general. Decir otra cosa es quedarse corto. Y para llevarnos por esta historia, la película se sirve de uno de los guiones más asombrosos, inmejorables y perfectos que yo he visto en forma de película. Es un prodigio de sugerencia y explicitud, según convenga, y si se explicita, es en forma de los diálogos más ingeniosos, y a la vez naturales, que concebirse pueda; diálogos que desgranan a los personajes, que nos los describen, que los hacen perfectamente creíbles y humanos.

Pero encima, toda la galería de personajes que desfilan por la película no sólo están perfectamente escritos, sino que también están encarnados por interpretaciones excelsas. Por encima de todo, la actuación de Bette Davis, maravillosa, con una mirada que acuchilla, grandiosa, de una fuerza descomunal; seguida de ella, va un George Sanders genial, el cinismo y la ironía adquieren arte cuando salen de su boca; y después van Anne Baxter y Celeste Holm, profundamente creíbles, haciendo grandes creaciones. Y los demás secundarios muy bien.

Es que de lo maravillosa que es da asco, todos y cada uno de sus aspectos externos e internos funcionan a la perfección. Esta película es un milagro, un placer inconmensurable, al que se puede volver una y otra vez porque siempre parece nueva, un despliegue de ingenio y sabiduría. Y aunque de entre todos los temas que toca, uno de ellos sea el inquebrantable paso del tiempo, esta película alcanza la inmortalidad. Soberbia.

Marilyn versus Norma

Cuentan que cuando el brillante, neurótico y homosexual reprimido (la descripción es de Donald Spoto) Joshua Logan recibió el encargo de dirigir a Marilyn Monroe en 'Bus Stop', lo único que salió de su boca fue un sonoro «¡Pero si no sabe actuar!». El director no hacía sino verbalizar lo que todo el mundo daba por hecho. Incluida la propia Marilyn, siempre acosada por sus inseguridades, sus miedos y, lo peor de todo, sus psicoanalistas. Y sin embargo, cuando la voz grave de terciopelo de Cherie, a la que encarna en la película, emerge insegura por encima de los ruidosos modales de los borrachos tabernarios, no queda otra que rendirse a la evidencia; la limpia presencia de una actriz a la altura exacta de su mitología. Y ya es.

Monroe canta 'That Old Black Magic' y lo tiene que hacer mal porque así lo dice el guion. Así lo dicta una historia que coloca a su personaje en un sitio altamente inestable; un personaje, también aspirante a artista, enfermo de unas pretensiones que jamás podrá alcanzar. Y nada más complicado que retratar con perfección el dolor quebradizo de lo imperfecto. De golpe, las esperanzas de Cherie se quiebran ante la contundencia de todo lo real. Y detrás, Marilyn; Marilyn ofrecida a la audiencia con toda su hiriente fragilidad. De repente, su trabajo se antoja herida. Y, claro, duele. Sólo lo que hace daño importa.

Por primera vez, y de forma mucho más evidente que en la convulsa 'Niágara', su primer papel de importancia, el mundo descubría que MM era una mucho más que una simple actriz. «Por fin disipa, de una vez por todas, la idea de que no es más que una personalidad fascinante», escribió la prensa del momento. El propio Lee Strasberg, fundador de la mítica mística del Actors Studio, dejó dicho que, después de trabajar con cientos de actores y actrices, sólo había dos que destacaban por encima de los demás: «Marlon Brando y Marilyn Monroe».

Y pese a todo, pese a los halagos de los críticos o la incontestable evidencia de la pantalla, de ella queda simplemente, por encima de cualquier consideración, el irresistible y hasta cómico encanto de su torpeza. La crónica de sus equivocaciones es larga. Tras 'Con faldas y a lo loco', Billy Wilder la calificó de «imposible... no sólo difícil». Y añadía: «El producto final valió la pena... pero en ese momento no estábamos seguros de que fuera a existir un producto final».

Su compañero Jack Lemmon recordaba cómo, para desesperación de todos, Marilyn mandaba callar al director en el momento de dar las instrucciones bajo una excusa difícilmente más brillante: «Calla u olvidaré lo que me has dicho». Y Tony Curtis, directamente, hizo famoso aquello de que besarla era como hacerlo con Hitler. ¿Volvería a trabajar con ella?, le preguntó un periodista al director de 'La tentación vive arriba'. «He hablado de esa posibilidad con mi médico y mi psiquiatra, y ellos dicen que soy demasiado viejo y rico para pasar otra vez por eso».

Dos años antes del trabajo con Wilder, en 1956, viajó a Londres para rodar de la mano de Lawrence Olivier 'El príncipe y la corista'. La larga serie de despropósitos que guiaron un rodaje cerca de la pesadilla (la escena más sencilla tenía que ser repetida hasta las lágrimas, lo que exigía una nueva sesión de maquillaje) quedó de sobra reflejada en 'Mi semana con Marilyn', que protagonizó en 2011 Michelle Williams. Y de nuevo Wilder: «En vez de al Actors Studio tendría que haber ido a una escuela de ingeniería para aprender algo de llegar a tiempo a los sitios».

Por aquel entonces, Marilyn vivía literalmente sepultada por la inestabilidad de su propio mito. Tras reemplazar a Natasha Lytess por Paula Strasberg como mentora y guía, su relación con Arthur Miller literalmente ardía. Y no sólo en las portadas de las revistas. Ya hacía tiempo que vivía enganchada a una montaña rusa de sedantes, excitantes y viceversa. Y en medio, una actriz. Enorme y siempre puesta en duda. «Cualquiera puede recordar un diálogo, pero es necesario ser un auténtico genio para salir al plató sin saber el diálogo y hacer la interpretación que ella hizo!». Otra vez Wilder, pero rendido a la evidencia.

Pasara lo que pasara, pasó la vida entera peleando contra precisamente lo que la hizo ser lo que fue. Sus trabajos 'mínimos' al lado de directores ‘máximos’ como John Huston ('La jungla de asfalto'), Joseph L. Mankiewicz ('Eva al desnudo'), Howard Hawks ('Me siento rejuvenecer') o Fritz Lang ('Class By Night') la habían convertido en el secreto peor guardado de Hollywood. Ella era la actriz a descubrir, a amar. Cuando aparecieron las fotos del calendario en las que posó desnuda en 1949, el huracán Marilyn ya era imparable.

Y lo era incluso antes de que se anunciara su matrimonio con la estrella del béisbol Joe DiMaggio o que convirtiera cada comparecencia ante la prensa en un espectáculo de ingenio. «¿Es verdad que no llevaba nada encima ('on', en inglés) cuando posó?». «I had the radio on [la radio encendida ['on'] es lo que llevaba]», fue su contestación justo antes de anunciar que dormía solamente con, en efecto, Chanel Nº 5. Y otra: «Qué frase pondrá en su lápida?». Respuesta: «Marilyn Monroe, rubia... 94-58-92»

El 12 de marzo de 1956 abandonaba el nombre de pila de Norma Jeane Mortensen, convencida de que el de Marilyn Monroe era con el que se había reconstruido pieza a pieza. Antes, en enero de 1955, la rubia de 'Los caballeros las prefieren rubias' había creado su propia compañía (Marilyn Monroe Productions Inc.) para huir de sí misma y de su imagen, para convencerse, a ella y a los demás, de que era o podía ser actriz. Para, en definitiva, elegir mejores papeles y descubrir y descubrirse que era actriz antes incluso que mito.
Probablemente no lo consiguió y toda su vida quedó definitivamente condenada en el diálogo de una de sus primeras películas junto a los hermanos Marx, 'Amor en conserva'. Entra Marilyn en una agencia de detectives y dice: «Me persiguen los hombres». «¿No me diga?», contesta puro en mano Groucho y, tras examinar a su posible cliente, contesta: «Me cuesta entender por qué». Y en la mirada, entre la admiración y algo peor, se escapa quizá una vida entera.

Cuando Arthur Miller, como guionista y marido, en compañía de un ludópata-borracho-genial como John Huston, le preparó el papel de Roslyn Taber en 'Vidas rebeldes', el destino de MM quedaba donde quedan los destinos cuando se sellan. Roslyn no es otra cosa que un retrato cruel, desangrado y feroz de la propia Marilyn; construido con todo el odio del que el rencor de una pareja en proceso de canibalismo es capaz. Y es mucho. En mitad del desierto de Nevada, tres individuos (Clark Gable, Montgomery Clift y ella) se debaten contra las grietas y heridas de una vida, definitivamente, inútil. Inútil y cruel. «Nada vive a menos que algo muera», se oye en la cinta escrita en la misma alcoba de la protagonista. Y de nuevo, la interpretación de Monroe es excepcional. Muy por encima de cada línea de un guion petulante y enfermo de importancia.

En 13 años, Marilyn firmó apenas 29 películas con una docena de papeles importantes. Y ni una de las cintas estuvo a la altura excepcional de la actriz que fue. Aunque sí, quizá, del mito. Escribe Donald Spoto en la biografía de la actriz que, en una ocasión, Henry Hathaway, con el que había rodado 'Niágara', se encontró con ella tras concluir 'Vidas rebeldes'. «Durante toda mi vida», le dijo llorando, «he hecho el papel de Marilyn Monroe. He intentado hacer lo mejor, y descubro que lo que estoy haciendo es una imitación de mí misma. ¡Deseo tanto hacer algo distinto!».

Si uno pasea por el diminuto, y acosado por los rascacielos, cementerio de Westwood en Los Ángeles no es difícil localizar el nicho de Marilyn. A media altura, alineado entre nombres anónimos, destaca una lápida cubierta de besos. Literalmente. El rito, turístico y mitómano, consiste en dejar el carmín de los labios sobre la piedra. De repente, la imagen ridícula y perfecta de la condena de ser Marilyn más allá de Norma.



Amor en conserva

Producida por Lester Cowan y Mary Pickford, fue dirigida por David Miller. Se basa en un antiguo argumento de Harpo Marx. Última película del grupo, incluye la primera aparición estelar de Marilyn Monroe (en su quinta intervención en cine). Rodada en estudio con un presupuesto muy limitado, se estrenó el 3-III-1950.

La acción tiene lugar en Broadway (NYC) en 1949, a lo largo de varias semanas. Narra la historia del mediocre detective, Sam Grunion (Groucho Marx), que desde hace años sigue la pista de un collar de brillantes de la antigua casa real rusa. Tras él anda, también, la malvada Sra. Egelichi (Ilona Massey), propietaria de un supermercado de alimentación, tapadera de sus actividades delictivas. El collar llega al supermercado oculto en una lata de sardinas. Un descuido del gerente causa su extravío.

 La película superpone dos historias paralelas. Por un lado, muestra la codicia y crueldad de la Sra. Egelichi, que ordena a dos matones que persigan a Harpo, sospechoso de tener la joya que ella ambiciona. Al dar con él, le inmovilizan y le registran los bolsillos, con mucho trabajo y ningún éxito. Irritados por su silencio, le someten a terribles tormentos para que hable. Por otro lado, el film explica y exalta la generosidad y firmeza de una compañía de actores aficionados, dirigida por Mike Johnson (Paul Valentine), que ensaya una comedia musical en condiciones precarias y sin sueldo.

El avaro e insensible productor de la obra, el Sr. Lyons (León Belasco), les retira el crédito, los decorados y el vestuario, pero los actores deciden continuar heroicamente, "como lo hacían las compañías de Shakespeare". Hacia el último tercio del film, el narrador del relato, el detective Grunion (Gruñón), se incorpora a la acción, que enreda de modo inconcebible. Son escenas destacadas la del registro de los bolsillos de Harpo, el intento de seducción de éste por la Sra. Egelichi, la noche del cumpleaños de Maggie Phillips (Vera-Ellen), la vibrante polca de Chopin que Chico interpeta al piano con botes de la joya sobre las cuerdas y la bellamente ambígua escena final.

La música incluye canciones tan gratas como "Love Happy" y "Sadie Thompson Number?". A ellas se añaden "Swanee River " y "Gypsy Love Song". La fotografía, de William Mellor ("Gigante", 1956), realza la comicidad visual y pone especial énfasis en los números musicales, sobre todo en el del harpa. Se apoya en acertados efectos especiales. El guión reserva a Harpo la mayoría de los gags, de factura más chaplinesca y menos original que la habitual en obras anteriores del grupo. La interpretación de Harpo es la más destacada. Las de Chico y Groucho, impuestas por la productora, resultan algo forzadas. La dirección construye una obra menor, simpática y atractiva, aunque inferior a las de la época dorada del grupo.

La película sobresale por la deslumbrante aparición de Marilyn y por ser la última obra del grupo. Imprescindible para fans de los Marx y de Marilyn.

Las chicas del coro



Ladies of the chorus. Estados Unidos, 1949 (61 minutos). Director: Phil Karlson. Intérpretes: Marilyn Monroe, Adele Jergens. Musical. La película no es gran cosa, pero ha pasado a la historia del cine.




Fue la primera gran oportunidad de Marilyn Monroe, el primer filme en el que se acercó al estrellato, aunque hubo que esperar hasta Niágara para verla convertirse en uno de lo! grandes mitos sexuales del siglo XX. Es una curiosidad, pero tiene su punto.



TÍTULO ORIGINAL Ladies of the Chorus
AÑO 1948




DIRECTOR Phil Karlson
GUIÓN Joseph Carole (Historia: Harry Sauber)
MÚSICA George Duning
FOTOGRAFÍA Frank Redman (B&W)
REPARTO Adele Jergens, Marilyn Monroe, Rand Brooks, Nana Bryant, Eddie Garr, Steven Geray
PRODUCTORA Columbia Pictures


SINOPSIS Peggy Martin (Marilyn Monroe) es una descarada corista que hará lo que sea para alcanzar la cima en su profesión. Durante uno de sus espectáculos, conoce a Randy Carroll (Rand Brooks), que enseguida queda prendado de ella. Cuando Peggy se entera de que Randy es un señor reputado y con dinero, no duda en pegarle la hebra.






Los verdes pastos de Wyoming

TÍTULO ORIGINAL
Green Grass of Wyoming

AÑO 1948


DIRECTOR
Louis King

GUIÓN
Martin Berkeley
(Novela: Mary O'Hara)

MÚSICA
Cyril J. Mockridge

FOTOGRAFÍA
Charles G. Clarke

REPARTO
Peggy Cummins
Charles Coburn
Robert Arthur
Lloyd Nolan
Burl Ives
Geraldine Wall
Robert Adler
Will Wright
Marilyn Monroe

PRODUCTORA
Twentieth Century-Fox Film Corporation

PREMIOS
1948: Nominada al Oscar: Mejor fotografía (color)

SINOPSIS Un joven compra una potranca con la esperanza de entrenarla para las carreras. Pero su plan se hunde luego que un famoso potro que él mismo liberó en las montañas libera a la yegua para llevársela a las tierras indómitas. Clásico familiar que es una secuela de Mi Amiga Flicka.

Scudda Hoo! Scudda Hay!

Scudda Hoo! Hay Scudda! Es una película de comedia de 1948, que se caracteriza por ser una de las peliculas mas tempranas de Marilyn Monroe (aunque la mayor parte de su material fue cortado y ella sólo tiene una breve escena de una sola línea).
La película cuenta la historia de un obrero agrícola que trata de domar a su patrón mulas y cortejar a la hija de su empleador, al mismo tiempo. La película está protagonizada por June Haver , Lon McCallister , Walter Brennan , Anne Revere y Natalie Wood .
La película fue adaptada por el F. Hugh Herbert de la novela del mismo nombre de George Agnew Chamberlain . La película fue dirigida por Herbert.

Reparto

  • June Haver como Rad McGill
  • Lon McCallister como Daniel "Snug" Dominy
  • Walter Brennan como Tony Maule
  • Anne Revere como Judith Dominy
  • Natalie Wood como Eufraznee "Bean" de McGill
  • Robert Karnes como Stretch Dominy
  • Marilyn Monroe como Betty (Chica Servicio de salir de la iglesia Rad saludo)
  • Henry Hull , como Milt Dominy
  • Tom Tully como Robert McGill
  • Colleen Townsend como Chica de abandonar el servicio Iglesia



















Marilyn como actriz estaba dotada de un particular magnetismo y su aporte a varios filmes inolvidables fue esencial. La rubia participó en 30 películas.

Su primera aparición en pantalla se remonta a 1946 cuando firmó un contrato con la Twenty Century Fox para trabajar como extra de cine durante seis meses. Esto le fue el inicio de una gran carrera, que continuó con varias películas de bajo presupuesto, como The Shocking Miss Pilgrim (1947) y Scudda Hoo! Scudda Hay! (1949).

Something's Got to Give


Something's Got to Give es una película de 1962 dirigida por George Cukor. Último papel de Marilyn Monroe. La película quedó inacabada tras el fallecimiento de la actriz. Finalmente, en 2001, se montaron 34 minutos convirtiéndola en un cortometraje homenaje a Marilyn.

Antes de su muerte, la película estuvo a punto de ser suspendida o retomada por otra actriz. Marilyn fue despedida por sus continuos retrasos y no comparecencias en los rodajes; no obstante la insistencia de Dean Martin hizo que Marilyn fuera readmitida.

Something's Got to Give

La película es un remake de Mi mujer favorita de Garson Kanin (1940). La película de 1940 estaba protagonizada por Irene Dunne y Cary Grant. El guion de Nunnally Johnson y Walter Bernstein se basa en el guion original de Leo McCarey, Bella y Sam Spewack.

Al año siguiente al fallecimiento de Marilyn (1963), que supuso la suspensión de la producción, se rodaría una nueva versión dirigida por Michael Gordon y protagonizada por Doris Day y James Garner. La película se tituló Apártate, cariño (Move Over, Darling)

Sensacional trabajo inacabado de George Cukor que supondría, por condiciones ajenas a éste, el último film en el que participó la explosiva Marilyn Monroe. "Something's Got to Give" partía de ser un remake de un largometraje de los años 40 y por supuesto, está inacabado. Pero en sus menos de 40 minutos de duración se puede vislumbrar algo mágico, las ruinas de una película que pudo ser gigantesca y que atesora suficiente interés (aún en las condiciones en las que se haya disponible) como para ser visto por fans de la actriz o sencillamente por quienes quieran acercarse a una pieza 100% Cukor en el mejor sentido de la palabra.



"Something's Got to Give" se inicia con una escena en un juzgado en la que un hombre intenta de una vez por todas que el juez declare oficialmente muerta a su esposa, desaparecida desde hace cinco años en una aventura marítima. Le acompaña su novia, y aprovechan para casarse en este mismo instante. El tono es cómico, no hay drama ni lloros, es el Hollywood clásico en su pura esencia y la siguiente secuencia, rodada desde una ventana, sirve como presentación al tercer personaje de la historia: al de Marilyn. Efectivamente se trata de la mujer del primero... que no había fallecido. No lo sabremos hasta cierto momento pero se intuye. La narración de Cukor es puramente visual, se permitía, por ejemplo, que el primer contacto de la rubia con los actores fuese la simple observación de unos niños jugando en la piscina. Primeros planos de su hermoso rostro hacían el resto: la mirada melancólica, su capacidad para transmitir... servían como nexo o puente hacia lo que no necesitaba ser recalcado. Hay en los menos de cuarenta minutos de "Something's Got to Give" muy, muy buen cine. Hay comedia, enredos, una interpretación maravillosa de Marilyn (que quita el habla, por cierto, en la escena de la piscina) y cine de alto nivel, marca Cukor. ¿Su problema? Pues el ya comentado: no está acabada, a pesar de que su último minuto es realmente emocionante y casi, sirve como cierre a una historia que -oficialmente- sigue sin final. "Cut!"... y créditos. Merece verse, qué duda cabe.

Películas inéditas e inacabadas hay a montones, pero ninguna con el esplendor de Something’s Got To Give, ya que este es el último filme en el que quedó plasmada la seductora y mágica figura de la bellísima Marilyn Monroe.


 
La película (remake de Mi mujer favorita de Garson Kanin, 1940) trataba de una mujer que después de 6 años de ausencia es rescatada  por la marina norteamericana, regresa a su hogar y se encuentra que su marido ha vuelto a casarse.

El filme pretendía ser una comedia de lujo dirigida por George Cukor, protagonizada por la rubia sex symbol de la época junto a Dean Martin y Cyd Charisse, pero lamentablemente la fatídica  e inesperada muerte de Marilyn dio un final anticipado al proyecto que solo contaba con unas pocas tomas.

Tiempo antes de que la actriz muriese la película estuvo a punto de ser cancelada y el papel de Marilyn otorgado a otra estrella porque los productores estaban hartos de sus ausencias y llegadas tardes a las grabaciones, pero el actor Dean Martin logró disuadirlos.

Luego del deceso de la actriz se rodó una nueva versión del filme Apártate, cariño (Move Over, Darling) protagonizada por Doris Day y James Garner.

Durante décadas Something’s Got To Give quedó en las sombras guardando el último recuerdo de la vívida imagen de la diva y recién en el 2001 se montaron 34 minutos del mismo para convertirlo en un tributo a la mítica Marilyn Monroe.



Vidas rebeldes

La película está bien, es interesante, Huston era un tipo increíble y con cualquier historieta te hacía una película como muy poco, bastante atractiva e incluso hizo obras maestras siguiendo pautas puramente intuitivas tras aceptar un encargo desesperado porque como casi siempre, andaba falto de dinero o ávido de correrse una aventura diferente.

Pero esta vez, el periplo decadente de sus protagonistas cuenta una historia oculta que conmueve más que la película:

Marilyn Monroe (1926-1962) vivía una de sus peores crisis. Por entonces ya poseía una belleza crepuscular que la hacía mucho más atractiva sexualmente que antes, además de contar con un talento actoral ya muy destacado, pero vivía dando tumbos emocionales que la persiguieron toda la vida y en esta época de su comienzo de madurez física, mucho más. Estaba casada con el dramaturgo de fama internacional Arthur Miller (1915-2005), bastantes años mayor que ella. Era el guionista de esta película. Había problemas con el guión y, sobre todo, con Marilyn, de manera que John Huston le pidió que asistiera al rodaje y supervisara y corrigiera. Pasaban noches muy duras de reescritura y atención psicológica de Marilyn, quien moriría un año después por exceso de barbitúricos.
Clark Gable era el buen padrazo protector, pero a sus 59 estaba muy cascado. La muerte de su adorada primera esposa, Carole Lombard, le marcó los últimos veinte años de vida. Era una relación muy apasionada que sólo duró desde 1939 a 1942, año en que ella murió en un accidente de avión. Gable se casó dos o tres veces después y murió del corazón antes de que esta película se estrenara.

Montgomery Clift sí haría tres películas más, y de las buenas, pero moriría en 1966 con 46 años, tras un complicad cocktail de alcohol y drogas. Siempre se dijo que era alguien de muy buen corazón, atormentado por su tendencia homosexual; fue un protegido de Elizabeth Taylor quien a menudo le sacó de apuros de todo tipo.

Esta es la despedida de tres actores de muy diferente estilo que tras el drama de solitarios del argumento padecían dramas personales muy profundos y tortuoso que acabaron a temprana edad con su vida.

Por todo esto Vidas rebeldes es mucho más que una película: un testamento muy peculiar en el que cada vez que la veo me parece que estas tres personas entrañables que me hicieron pasar tan buenos momentos a lo largo de mi vida, vuelve para hablarme a mí, su querido espectador e intentan decirme algo más, en secreto, algo inconfesable, algo poderosamente interesante que se llevaron a la tumba.